martes, 3 de marzo de 2015

CAPITULO ESPECIAL 3






Conociendo a Cincuenta Sombras



Sábado, Mayo 14,2014


Paula Chaves


FDN: Sept 10, 1989, Montesano, WA

Dirección: 1114 SW Green Street, Apartamento 7,
Haven Heights, Vacouver, WA 98888


No. de Móvil: 360 959 4352


No. de Seguridad Social: 987-65-4320


Detalles Bancarios: Banco Wells Fargo, Vancouver, WA 98888


Cta. No.: 309361: $683.16 balance


Ocupación: Estudiante sin graduar


WSU Universidad de Artes Liberales de Vancouver
-Estudiante de Inglés
Promedio de calificaciones: 4.0
Puntaje SAT: 2150


Empleo: Ferreteria Clayton
NW Vancouver Drive, Portland, OR (Medio tiempo)


Padre: Franco A. Lambert
FDN: Sept 1, 1969, Fallecido Sept 11, 1989


Madre: Cecilia May Wilks Adams
FDN: Julio 18, 1970
Marido: Franco Lambert
-Marzo 1, 1989, enviudada Sept 11, 1989
Marido: Reinaldo Chaves
-Junio 6, 1990, divorciada Julio 12, 2006
Marido: Stephen M. Morton
-Agosto 16, 2006, divorciada Enero 31, 2007
Marido: Roberto (Bob) Adams
-Abril 6, 2009


Afiliaciones Políticas: Ninguna Encontrada


Afiliaciones Religiosa: Ninguna Encontrada


Orientación Sexual: Desconocida


Relaciones: Ninguna indicada hasta la presente




Leo detenidamente el resumen ejecutivo por la centésima vez desde que lo recibí hace dos días, buscando algún entendimiento de la enigmática Señorita Paula Chaves. No logro sacarme de la cabeza a la maldita mujer, y de verdad está empezando a molestarme. Esta última semana, durante reuniones particularmente torpes, me he encontrado a mí mismo repitiendo la entrevista en mi cabeza. Sus dedos temblorosos en la grabadora, la forma en que se ponía el cabello tras la oreja, cómo se mordía el labio. Esa mordedura en el labio me atrapa todo el tiempo.


Y ahora, aquí estoy, estacionado fuera de Clayton, la modesta ferretería en las afueras de Portland, donde ella trabaja.


Eres idiota, Alfonso. ¿Por qué estás aquí?


Sabía que conduciría a esto. Toda la semana… supe que tendría que verla de nuevo. Lo he sabido desde que pronunció mi nombre en el ascensor y desapareció en las profundidades de mi edificio. He intentado resistirme.


He esperado cinco días, cinco condenados días para ver si podría olvidarla.


Y no soy de los que espera, odio esperar… por cualquier cosa. Nunca he perseguido activamente a una mujer antes. 


Las mujeres que he tenido entendían lo que yo esperaba de ellas. Mi miedo ahora es que la Señorita Chaves sea demasiado joven y que no esté interesada en lo que tengo para ofrecer…. ¿o sí? ¿Será, incluso, una buena sumisa?


Sacudo la cabeza. Sólo hay una manera de averiguarlo… así que aquí estoy, como un maldito idiota, sentado en un aparcamiento suburbano en una deprimente parte de Portland.


Su revisión de antecedentes no ha producido nada remarcable, excepto el último hecho, que ha estado en la vanguardia de mi mente. Es la razón por la que estoy aquí. 


¿Por qué sin novio, Señorita Chaves? Orientación sexual
desconocida, tal vez es lesbiana. Bufo, pensando que es poco probable.


Recuerdo la pregunta que hizo durante la entrevista, su verdadera vergüenza, la forma en que su piel se sonrojó de un pálido rosa…


Mierda. He estado sufriendo de estos ridículos pensamientos desde que la vi.


Es por eso que estás aquí.


Ansío verla de nuevo, aquellos ojos azules que me han perseguido, incluso en mis sueños. No se lo he mencionado a Flynn, y me alegra porque ahora me estoy comportando como un acosador. Tal vez debería decírselo. Pongo los ojos en blanco, no lo quiero acosándome sobre su última mierda basada en la solución. Sólo necesito una distracción… y justo ahora la única distracción que quiero está trabajando como dependienta en una ferretería.


Has venido hasta aquí. Veamos si la pequeña Señorita Chaves es tan atractiva como la recuerdas.


Hora del espectáculo, Alfonso. Salgo del coche y camino a través del aparcamiento hacia la puerta principal. La campana resuena una plana nota electrónica mientras entro.


La tienda es mucho más grande de lo que parece desde fuera, y aunque es casi la hora del almuerzo el lugar está tranquilo, para un sábado.


Hay pasillos y pasillos de la basura usual que esperarías. Me había olvidado de todas las posibilidades que una ferretería podría presentarle a alguien como yo. Principalmente compro mis necesidades online, pero mientras esté aquí, quizá me haré con unos cuantos ítems… Velcro, aros metálicos… sí. Encontraré a la deliciosa Sta.Chaves y me divertiré un poco.


Me toma tres segundos localizarla.


Está encorvada sobre el mostrador, mirando fijamente la pantalla del computador y comiendo su almuerzo... un bagel. 


Sin pensarlo, se limpia una miga de la comisura de sus labios y la mete en su boca y lame su dedo. Mi polla se retuerce en respuesta.


¡Joder! ¿Cuántos años tengo, catorce? Mi reacción es condenadamente irritante. Quizá esta respuesta adolescente se detendrás si la encadeno, follo y azoto… y no necesariamente en ese orden. Sí. Eso es lo que necesito.


Está completamente metida en su tarea, y eso me da la oportunidad para estudiarla. Dejando de lado los pensamientos lascivos, ella es atractiva, verdaderamente atractiva.


La he recordado bien.


Levanta la mirada y se congela, inmovilizándome con unos inteligentes y exigentes ojos, los más azules de los azules que parecen ver a través de mí.


Es tan enervante como la primera vez que la vi. Ella sólo mira, sorprendida creo yo, y no sé si esta es una buena o una mala respuesta.


—Sta. Chaves. Qué sorpresa tan agradable.


—Sr. Alfonso —susurra, velada y nerviosa. Ah… una buena respuesta.


—Estaba por el área. Necesito reabastecer algunas cosas. Es un placer verte de nuevo, Señorita Chaves. —Un verdadero placer. Está vestida con una camiseta apretada y jeans, no la mierda sin forma que estaba usando anteriormente esta semana. Tiene largas piernas, cintura pequeña y tetas perfectas. Continúa boquiabierta, y tengo que resistir la urgencia de estirarme para cerrar su boca. He volado desde Seattle sólo para verte, y la forma en que te ves ahora mismo, valió la pena el viaje.


—Paula. Mi nombre es Paula. ¿En qué puedo ayudarlo, Sr. Alfonso? —Toma un profundo aliento, endereza los hombros como lo hizo en la entrevista, y me da una falsa sonrisa que estoy seguro se reserva sólo para los clientes.


Que empiece el juego, Señorita Chaves.


—Hay unas cuantas cosas que necesito. Para empezar, me gustarían algunas amarras.


Sus labios se separan cuando inhala bruscamente.


Estarías sorprendida de lo que puedo hacer con unas cuantas amarras,Señorita Chaves.


—Tenemos de varias longitudes. ¿Desea que le muestre?


—Por favor. Guíeme, Sta. Chaves.


Sale de detrás del mostrador y hace gestos hacia uno de los pasillos. Está usando tenis. Ociosamente me pregunto cómo luciría con tacones súper altos. Laboutines… nada más que Laboutines.


—Están en los insumos eléctricos, pasillo ocho. —Su voz flaquea mientras se sonroja… de nuevo.


Está afectada por mí. La esperanza florece en mi pecho. No es gay, entonces. Sonrío con suficiencia.


—Después de usted —murmuro, señalando con mi mano para que ella guíe el camino. Dejándola caminar adelante, tengo espacio y tiempo para admirar su fantástico trasero. 


Realmente es el paquete completo: dulce, cortés, y hermosa con todos los atributos físicos que valoro en una sumisa.


Pero la pregunta del millón de dólares es, ¿podría ella ser una sumisa?


Probablemente no sabe nada del estilo de vida, mi estilo de vida, pero quiero bastante introducirla a él. Estás yendo mucho más allá de ti mismo con esto, Alfonso.


—¿Está en Portland por negocios? —pregunta, interrumpiendo mis pensamientos. Su voz es alta, intentando fingir desinterés. Aquello me hace reír, lo que es refrescante. 


Las mujeres raramente me hacen reír.


—Estaba visitando la división de granjas de la WSU. Tiene base en Vancouver —miento. De hecho, estoy aquí para verte, Señorita Chaves. Se sonroja, y me siento como una mierda—. Actualmente estoy fundando algunas investigaciones sobre la rotación del ganado y la ciencia del suelo. —Eso, al menos, es verdad.


—¿Todo es parte de su plan para alimentar al mundo? —Sus labios cambian a una media sonrisa.


—Algo así —murmuro. ¿Se está riendo de mí? Oh, me encantaría detener eso sí lo está haciendo. Pero, ¿cómo empezar? Quizá con una cena, más que la usual entrevista…. Ahora, eso sería una novedad; llevar a un prospecto a cenar.


Llegamos a las amarras, que están organizadas en un en surtido de longitudes y colores. Ausentemente mis dedos trazan los paquetes.


Podría simplemente invitarla a salir. ¿Como en una cita?


¿Vendría ella? Cuando la miro, está examinando sus dedos nudosos. No puede mirarme… eso es prometedor. 


Selecciono las amarras más largas.


Son más flexibles, después de todo, puede acomodar dos tobillos y dos muñecas de una vez.


—Estás funcionarán —murmuro, y ella se sonroja de nuevo.


—¿Algo más? —dice rápidamente. O está siendo súper atenta o quiere sacarme de la tienda, no sé cuál de las dos.


—Me gustaría algo de cinta para enmascarar.


—¿Está redecorando?


Reprimo mi bufido.


—No, no redecorando. —No he sostenido una brocha en un largo tiempo.


El pensamiento me hace sonreír, tengo gente que haga toda esa mierda.


—Por aquí —murmura ella, luciendo disgustada—. La cinta de enmascarar está en el pasillo de decoración.


Vamos, Alfonso. No tienes mucho tiempo. Métela en alguna clase de conversación.


—¿Trabajas aquí desde hace mucho? —Por supuesto, ya sé la respuesta.


A diferencia de algunas personas, yo hago mi investigación. 


Ella se sonroja una vez más. Cristo, esa chica es tímida. No tengo una esperanza en el infierno. Ella se da vuelta rápidamente y camina por el pasillo hacia la sección etiquetada como DECORACIÓN. La sigo ansiosamente. 


¿Qué soy, un condenado cachorrito?


—Cuatro años —murmura cuando alcanzamos la cinta de enmascarar. Se inclina y agarra dos rollos, cada uno de diferente ancho.


—Tomaré esa —digo. La cinta más amplia es mucho más efectiva como mordaza. Cuando me la pasa, las puntas de nuestros dedos se tocan, brevemente. Aquello resuena en mi ingle.


¡Joder!


Ella palidece.


—¿Algo más? —Su voz es suave y ronca.


Cristo, estoy teniendo el mismo efecto en ella que el que tiene en mí.


Quizá...


—Algo de cuerda, creo.


—Por aquí. —Rápidamente sale del pasillo, dándome otra oportunidad para apreciar su precioso trasero.


—¿De qué tipo buscaba? Tenemos cuerda sintética y natural de filamento… trenzada… cuerda plástica…


Mierda. Detente. Gruño internamente, intentando apartar la imagen de ella suspendida en el techo de mi salón de juegos.


—Llevaré cuatro metros y medio de la soga natural de filamento, por favor. —Es más gruesa y roza más si luchas contra ella… mi cuerda preferida.


Un estremecimiento se desliza por sus dedos, pero eficientemente mide los cuatro metros y medio. Sacando un cuchillo de utilidad de su bolsillo derecho, corta la cuerda en un suave gesto, la enrolla cuidadosamente y la ata con un nudo corredizo. Impresionante.


—¿Fuiste una niña exploradora?


—Las actividades de grupos organizados no son realmente lo mío, Sr. Alfonso.


—¿Qué es lo tuyo, Paula? —Atrapo su mirada, y sus irises se dilatan mientras la miro fijamente. ¡Sí!


—Los libros —susurra.


—¿Qué tipo de libros?


—Oh, ya sabe. Lo normal. Los clásicos. Literatura británica, en su mayor parte.


¿Literatura británica? Bronte y Austen, apuesto. Todas esas clases románticas de corazones y flores.


Joder. Eso no es bueno.


—¿Necesita algo más?


—No lo sé. ¿Qué más me recomendarías?


Quiero ver su reacción.


—¿Para un hazlo-tú mismo? —pregunta, sorprendida.


Quiero reír a carcajadas. Oh, nena, HTM no es lo mío. 


Asiento, sofocando mi júbilo. Sus ojos pasan por mi cuerpo y me tenso. ¡Me está revisando!


Fóllame.


—Overoles —espeta.


Es la cosa más inesperada que he oído de su dulce e inteligente boca desde la pregunta de “es usted gay”.


—No querrá arruinar su ropa.


Hace gestos hacia mis jeans, avergonzada una vez más.


No puedo resistirme.


—Siempre podría quitármelos.


—Um. —Se sonroja y mira al piso.


—Llevaré algunos overoles. El cielo no permita que arruine algo de ropa — camina con brío por el pasillo, y una vez más la sigo en su tentador caminar.


—¿Necesita algo más? —dice sin aliento, pasándome un par de overoles azules. Está mortificada, sus ojos todavía abajo, el rostro sonrojado.


Cristo, ella me hace cosas.


—¿Cómo va el artículo? —pregunto con la esperanza de que se relaje un poco.


Levanta la mirada y me da una breve sonrisa de alivio. 


Finalmente.


—No voy a escribirlo. Lourdes lo hará. La Señorita Kavanagh. Mi compañera de cuarto, ella es la escritora. Está muy feliz por eso. Es la editora de la revista y estaba devastada por no poder hacer la entrevista en persona.


Es la oración más larga que me ha dirigido desde que nos vimos la primera vez, y está hablando de alguien más, no de sí misma. Interesante.


Antes que pueda comentar, ella añade:
—Su única preocupación es no tener fotografías originales de usted.


La tenaz Señorita Kavanagh quiere fotografías. ¿Cosas de publicidad, eh?


Puedo hacer esto. Me permitirá pasar algo más de tiempo con la deliciosa Señorita Chaves.


—¿Qué clase de fotografías quiere?


Ella me mira por un momento, luego sacude la cabeza.


—Bueno, estoy por aquí. Tal vez mañana… —Puedo quedarme en Portland. Trabajar desde un hotel. Una habitación en el Heathman, tal vez.


Necesitaré que venga Taylor, que traiga mi ordenador y algo de ropa. O Gustavo… a menos que esté ligando, que es su MO usual el fin de semana.


—¿Estaría dispuesto a ir a una sesión de fotos?


Ella no puede contener su sorpresa.


Le doy un breve asentimiento. Estarías sorprendida de lo que haría para pasar más tiempo contigo, Señorita Chaves… de hecho, también lo estoy yo


—Lourdes estará encantada; si conseguimos un fotógrafo.


Sonríe y su rostro se ilumina como un amanecer de verano. 


Cristo, es impresionante.


—Házmelo saber mañana. —Saco mi tarjeta de mi billetera—. Tiene mi número celular en ella. Necesitas llamar antes de las diez de la mañana.


Y si no lo hace, me dirigiré de vuelta a Seattle y olvidaré todo sobre esta estúpida aventura. El pensamiento me deprime.


—De acuerdo. —Continúa sonriendo.


—¡Paula! —Ambos nos damos vuelta cuando un joven hombre, casual pero caramente vestido, aparece al final del pasillo. Él es todo condenadas sonrisas para la Señorita Chaves. ¿Quién demonios es este gilipollas?


—Er, discúlpeme por un momento, Sr. Alfonso.


Camina hacia él y el maldito la engulle en un abrazo de gorila. Mi sangre se enfría. Es una respuesta primitiva. 


Quitas tus malditas zarpas de ella.


Empuño mis manos y soy ligeramente calmado solo cuando veo que ella no hace ningún movimiento para devolverle el abrazo.


Caen en una conversación susurrada. Mierda, tal vez los datos de Welch están mal. Tal vez este tipo es su novio. 


Parece de la edad adecuada, y no puede apartar sus codiciosos ojos de ella. La sostiene por un momento a la
altura del brazo, examinándola, luego se para con su brazo descansando relajadamente sobre su hombro. Es un gesto aparentemente casual, pero sé que está tomando partido y diciéndome que retroceda. Ella parece avergonzada, moviéndose de un pie a otro.


Mierda. Debería irme. Luego ella le dice algo y se mueve fuera de su alcance, tocando su brazo, no su mano. Está claro que no son cercanos.


Bien.


—Er… Ulises, este es Pedro Alfonso. Sr. Alfonso, este es Ulises Clayton. Su hermano es el dueño del lugar.


Ella me da una rara mirada que no entiendo y continúa: —Conozco a Ulises desde que trabajo aquí, aunque no nos vemos tan seguido. Ha vuelto de Princeton, donde estudia administración de empresas.


El hermano del jefe, no un novio. La cantidad de alivio que siento es inesperada, y eso me hace fruncir el ceño. Esta mujer de verdad se ha metido bajo mi piel.


—Sr. Clayton. —Mi tono es deliberadamente cortante.


—Sr. Alfonso. —Aprieta m mano ligeramente. Condenado idiota—. Espera… ¿no es el Pedro Alfonso? ¿De Alfonso Enterprises Holdings? —En un latido de corazón lo veo cambiar de territorial a servil.


Sí, ese soy yo, gilipollas.


—Guau… ¿hay algo que pueda ofrecerle?


—Paula lo tiene bajo control, Sr. Clayton. Ella ha sido muy atenta. — Ahora, jódase.


—Genial —dice a borbotones respetuosamente, sus ojos amplios—. Te veo luego, Pau.


—Seguro, Ulises—dice ella, y él parte con prisa, gracias a Dios. Lo observo desaparecer hacia la parte trasera de la tienda—. ¿Algo más, Sr. Alfonso?


—Sólo estas cosas —murmuro. Mierda, no tengo tiempo, y todavía no sé si voy a verla de nuevo. Tengo que saber si hay esperanza en el infierno de que ella considere lo que yo tengo en mente.


¿Cómo le pregunto? ¿Estoy listo para tomar una nueva sumisa, una que no sabe nada? Mierda. Ella va a necesitar entrenamiento sustancial.


Gruño internamente ante todas las posibilidades interesantes que esto presenta… que me jodan, llegar allí va a ser medio divertido. ¿Estará incluso interesada? ¿O entiendo todo esto mal?


Se dirige hacia la caja y registra mis compras, mientras tanto mantiene su mirada abajo. ¡Mírame, maldita sea! Quiero ver sus hermosos ojos azules de nuevo y calcular qué está pensando.


Finalmente levanta la cabeza.


—Serían cuarenta y tres dólares, por favor.


¿Eso es todo?


—¿Le gustaría una bolsa? —pregunta, deslizando en modo dependienta mientras le paso mi Amex.


—Por favor, Paula. —Su nombre, un hermoso nombre para una hermosa chica, se desenrolla de mi lengua.


Ella empaca los artículos rápida y eficientemente en la bolsa. 


Eso es todo.


Tengo que irme.


—¿Me llamarás si quieres que haga la sesión de fotos?


Ella siente mientras me devuelve mi tarjeta de crédito.


—Bien. Hasta mañana, quizá. —No puedo sólo irme. Tengo que hacerle saber que estoy interesado—. Oh y, ¿Paula? Me alegra que la Señorita Kavanagh no pudiera hacer la entrevista. —Deleitándome en su sorprendida expresión, cuelgo la bolsa sobre mi hombro y camino fuera de la tienda.


Sí, en contra de mi mejor juicio, la deseo.


Ahora tengo que esperar… maldita sea, esperar… de nuevo.





4 comentarios:

  1. Amé esta adaptación tanto como la novela original. Gracias x darnos el gusto de adaptarla Carme.

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  2. Hermosa novela! Gracias Carme por hacerme releerla de nuevo y por dedicarte todos los días a subirla! :)

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  3. Un Gracias Gigante Carme, por habernos permitido disfrutar de esta adaptación excelentemente realizada ¡! Me encantooooo ♥ besos amiga !!

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