martes, 10 de febrero de 2015

CAPITULO 121





Caminamos a través del opulento esplendor dorado del Palacio de Versalles del siglo XVIII. Una vez un pabellón de caza humilde, fue transformado por el Roi Soleil en una magnífica y espléndida residencia de poder, pero incluso antes de que el siglo XVIII terminara, vio al último de esos monarcas absolutos.


La sala más impresionante, con mucho, es el Salón de los Espejos. La luz de principios de tarde la inunda a través de las ventanas hacia el oeste, iluminando los espejos que están alineados en la pared este e iluminando la decoración de hojas doradas y enormes candelabros de cristal. Es impresionante.


—Es interesante ver lo que convierte a un déspota megalómano que se aísla a si mismo en tanto esplendo —le murmuro a Pedro mientras se encuentra a mi lado. Él me mira y ladea su cabeza hacía un lado, mirándome con humor.


—¿Su punto, Sra. Alfonso?


—Oh, simplemente una observación, Sr. Alfonso—Agito mi mano con ligereza hacia los alrededores. Sonriendo, me sigue hasta el centro de la habitación donde me paro y observo boquiabierta la vista, los espectaculares jardines se reflejan en el espejo y el espectacular Pedro Alfonso, mi esposo, se refleja hacia mí, su mirada brillante y audaz.


—Construiría esto para ti —me susurra—. Sólo para ver la forma en que la luz se refleja en tu cabello, justo aquí, justo ahora.


Coloca un mechón de cabello detrás de mi oreja.


—Te ves como un ángel. —Me besa justo debajo de mi oreja, toma mi mano en la suya y murmura—. Nosotros, los déspotas, hacemos eso por las mujeres que amamos.


Me sonrojo ante su elogio, sonriendo tímidamente y lo sigo a través de la amplia sala.



* * *


—¿En qué estás pensando? —pregunta Pedro en voz baja, tomando un sorbo de su café de después de cenar.


—Versalles.


—Ostentoso, ¿no? —dice sonriendo. Echo un vistazo alrededor a la grandeza más subestimada del comedor de Fair Lady y frunzo mi boca.


—Esto difícilmente es ostentoso —dice Pedro, un poco a la defensiva.


—Lo sé. Es precioso. La mejor luna de miel que una chica podría desear.


—¿En serio? —dice, realmente sorprendido. Y evoca su sonrisa tímida.


—Por supuesto que lo es.


—Sólo nos quedan dos días más. ¿Hay algo que te gustaría ver o hacer?


—Sólo estar contigo —murmuro. Se levanta de la mesa, camina alrededor y me besa en la frente


—Bueno, ¿puedes estar sin mí por más o menos una hora? Necesito revisar mis correos electrónicos, averiguar qué está pasando en casa.


—Claro —le digo alegremente, tratando de ocultar mi decepción ya que voy a estar sin él durante una hora. ¿Es muy extraño que quiera estar con él todo el tiempo? Mi subconsciente presiona sus labios en una estrecha y poco atractiva línea y asiente con la cabeza vigorosamente.


—Gracias por la cámara —murmura, y se dirige al estudio.



* * *


De regreso a nuestra cabina decido ponerme al día con mi
correspondencia y abro mi ordenador portátil. Hay mensajes de correo electrónico de mamá y de Lourdes, dándome los últimos chismes de casa y preguntando cómo está yendo la luna de miel. Bueno, genial, hasta que alguien decidió incendiar la compañía GEH... cuando termino de responderle a mi madre, un correo electrónico de Lourdes llega a mi bandeja de entrada.




De:Lourdes Kavanagh

Fecha: 17 de agosto de 2014 11:45 PST

Para:Paula Chaves

Asunto: ¡¡ODM!!


Paula, acabo de oír sobre el incendio en la oficina de Pedro. ¿Crees que fue provocado?


L xox


¡Lourdes está conectada! Salto a mi recién descubierto juguete mensajería Skype y veo que está disponible. 


Rápidamente le escribo un mensaje.


Paula: Hola, ¿estás ahí?

Lourdes: SÍ, ¡Paula! ¿Cómo estás? ¿Cómo va la luna de miel? ¿Viste mi correo electrónico? ¿Pedro sabe sobre el incendio?

Paula: Estoy bien. La luna de miel va genial. Sí, vi tu correo electrónico. Sí, Pedro lo sabe.

Lourdes: Pensé que lo haría. La noticia está incompleta en cuanto a lo que pasó. Y Gustavo no me dirá nada.

Paula: ¿Estás tratando de conseguir una historia?

Lourdes: Me conoces demasiado bien.

PaulaPedro no me ha dicho mucho.

Lourdes: ¡Gustavo lo oyó de Gabriela!


Oh, no, estoy segura de que Pedro no quiere que esto se difunda por todo Seattle. Pruebo con mi técnica patentada para distraer a la tenaz Kavanagh.


Paula: ¿Cómo están Gustavo y Lucas?

Lourdes: Lucas ha sido aceptado en el curso de psicología en Seattle para su maestría. Gustavo es adorable.

Paula: Muy bien, Lucas.

Lourdes: ¿Cómo está nuestro ex dominante favorito?

Paula: ¡Lourdes!

Lourdes: ¿Qué?

Paula: ¡SABES QUÉ!

Lourdes: Esta bien. Lo siento.

Paula: Está bien. Más que bien. 

Lourdes: Bueno, siempre y cuando seas feliz, soy feliz.

Paula: Soy completamente feliz.

Lourdes: tengo que irme. ¿Podemos hablar más tarde?

Paula: No estoy segura. Mira si estoy en línea. ¡Las zonas horarias apestan!

LourdesLo hacen. Te quiero, Paula.

Paula: Yo también te quiero. Hasta luego. X

Lourdes: Hasta luego. <3



* * *


Confío en Lourdes estando tras la pista de esta historia. 


Ruedo mis ojos y cierro Skype antes de que Pedro vea el chat. No apreciaría el comentario de ex dominante y no estoy segura de que sea completamente ex...


Suspiro con fuerza. Lourdes lo sabe todo, desde nuestra noche de borrachera tres semanas antes de la boda, cuando finalmente sucumbí a la inquisición Kavanagh. Fue un alivio finalmente hablar con alguien.


Echo un vistazo a mi reloj. Ha pasado alrededor de una hora desde la cena y estoy extrañando a mi esposo. Me dirijo de vuelta a cubierta para ver si ha terminado su trabajo.



* * *


Estoy en el Salón de los Espejos y Pedro está de pie a mi lado, sonriéndome con amor y afecto. Te ves como un ángel. Le sonrío en respuesta, pero cuando le echo un vistazo al espejo, estoy de pie por mi cuenta y el cuarto es de color gris y monótono. ¡No! Mi cabeza vuelve
rápidamente a su cara, para encontrar que su sonrisa es triste y melancólica. Mete a mi cabello detrás de mi oreja. 


Luego gira sin decir una palabra y se aleja poco a poco, el sonido de sus pasos haciéndose eco de los espejos mientras marca el ritmo por el enorme espacio hacia las
puertas dobles adornadas al final... un hombre por su cuenta, un hombre sin reflejo... y me despierto, respirando con dificultad, mientras el pánico se apodera de mí.


—Hey —susurra a mi lado en la oscuridad, su voz llena de preocupación.


Oh, él está aquí. Él está a salvo. El alivio corre a través de mí.


—Oh, Pedro —murmuro, tratando de poner bajo control los fuertes latidos de mi corazón. Él me envuelve en sus brazos y es sólo entonces cuando me doy cuenta de que tengo lágrimas corriendo por mi cara.


—Paula, ¿qué es? —Acaricia mi mejilla, limpiando mis lágrimas, puedo oír su angustia.


—Nada. Una pesadilla tonta.


Besa mi frente y mis mejillas manchadas con lágrimas, consolándome.


—Sólo fue una pesadilla, nena —murmura—. Te tengo. Te mantendré a salvo.


Bebiendo de su olor, me hundo en torno a él, tratando de ignorar la pérdida y la devastación que sentí en mi sueño y en ese momento, sé que mi más profundo y más oscuro temor seria perderlo.




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