martes, 3 de febrero de 2015

CAPITULO 99





El trayecto en auto desde el apartamento de Pedro hasta la oficina del Dr. Flynn es corto. Muy útil, medito, para sesiones de emergencia.


—Usualmente corro de casa hasta aquí —dice Pedro mientras estaciona mi Saab—. Este es un gran auto. —Me sonríe.


—También, lo creo. —Sonrío de vuelta—.Pedro… yo… —Miro ansiosamente hacia él.


—¿Qué es Paula?


—Toma. —Saco la pequeña caja de regalo negra de mi bolso—. Esto es para ti por tu cumpleaños. Quería dártelo ahora… pero solo si prometes no abrirlo hasta el sábado, ¿está bien?


Parpadea en sorpresa y traga.


—Está bien —murmura cautelosamente.


Tomando un profundo suspiro, se lo entrego, ignorando su expresión de desconcierto. Él sacude la caja, y produce un satisfactorio ruido. Frunce el ceño. Sé que está desesperado por ver lo que contiene. Entonces sonríe, sus ojos se encienden con entusiasmo juvenil. Oh cielos… él luce de su edad y tan hermoso.


—No puedes abrirlo hasta el sábado —le advierto.


—Lo entiendo —dice—. ¿Por qué estás dándome esto ahora? —Lo empuja dentro del bolsillo de su chaqueta azul de rayas, cerca de su corazón.


Cuán apropiado, pienso. Sonrío hacia él.


—Porque puedo, Sr.Alfonso.


Su boca se tuerce con una diversión irónica.


—Veo, señorita Chaves, que robo mi línea.


Somos recibidos en la suntuosa oficina del Dr. Flynn por una animada y amistosa recepcionista. Ella saluda a Pedro cariñosamente, un poco demasiado cariñosa
para mi gusto… por Dios, ella es lo suficiente vieja para ser su madre, y él sabe su nombre.


La habitación es sobria: de un verde pálido con dos sofás de color verde oscuro que se enfrentan a dos sillas de cuero, y tiene un atmosfera de club de caballeros. El Dr. Flynn está sentado en el escritorio al final de la habitación.


Mientras entramos, se levanta y camina hacia nosotros a la sala de estar. Lleva pantalones negros y una camisa azul claro con el cuello abierto… sin corbata. Sus brillantes ojos azules no parecen perderse nada.


Pedro. —Sonríe de manera amistosa.


—Rodolfo. —Pedro sacude la mano de Rodolfo—. ¿Recuerdas a Paula?


—¿Cómo podría olvidarla? Paula, bienvenida.


—Paula —dice amablemente, dirigiéndose con nosotros hacia el sofá.


Pedro señala uno de ellos para mí. Me siento, tratando de lucir relajada, descansando mi mano en el reposa brazos del sofá, y él se extiende en el sofá al lado de mí de manera que estamos en un ángulo recto el uno del otro. Una mesa pequeña con una lámpara simple está entre nosotros. Noto con interés una caja de pañuelos al lado de la lámpara.


Esto no es lo que esperaba. Tenía en mi mente una imagen con una habitación completamente blanca y un chaise longue negro de cuero; mi Diosa interna se habría sentido más en casa entonces.


Luciendo relajado y en control, el Dr. Flynn toma asiento en una de las sillas y toma un bloc de notas de cuero. Pedro cruza las piernas, su tobillo descansando en su rodilla, y extiende su brazo a lo largo de la parte trasera del sofá, alcanzándome a través de este con su otra mano, encuentra mi mano en el reposa brazos y me da una apretón tranquilizador.


Pedro ha solicitado que lo acompañes en una de nuestras sesiones — comienza el Dr. Flynn gentilmente—. Solo para que sepas, tratamos estas sesiones con absoluta confidencialidad…


Levanto mi ceja a Flynn, deteniéndolo a mitad de discurso.


—Oh… um… he firmado un CDC —murmuro, avergonzada que él se haya detenido. Ambos Flynn y Pedro me miran y Pedro suelta mi mano.


—¿Un contrato de confidencialidad? —La frente del Dr. Flynn se arruga, y mira curiosamente a Pedro.


Pedro se encoge de hombros.


—¿Empiezas todas tus relaciones con mujeres con un CDC? —le pregunta el Dr. Flynn.


—Con las contractuales, lo hago.


El Dr. Flynn crispa los labios.


—¿Has tenido otro tipos de relaciones con mujeres? —pregunta, y él luce divertido.


—No —responde Pedro después de un segundo, y él también luce divertido.


—Como pensé. —El Dr. Flynn regresa su atención a mí—. Bueno, supongo que no tenemos que preocuparnos sobre confidencialidad, pero, ¿puedo sugerir que los dos discutan esto en algún momento? Como tengo entendido, tú no entras ya en ese tipo de relación contractual.


—Espero, un diferente tipo de contrato —dice Pedro suavemente, mirándome.


Me sonrojo y el Dr. Flynn estrecha sus ojos.


—Paula, tendrás que perdonarme, pero probablemente sé mas sobre ti de lo que crees. Pedro ha estado muy comunicativo.


Miro nerviosamente a Pedro. ¿Qué ha dicho él?


—¿Un CDC? —continúa—. Eso debió sorprenderte.


Parpadeo hacia él.


—Oh, creo que la sorpresa de eso ha palidecido en insignificancia, dado las revelaciones más recientes de Pedro —respondí, mi voz suave y dudosa. Sueno tan nerviosa.


—Estoy seguro. —El Dr. Flynn sonríe gentilmente—. Así que, Pedro, ¿qué te gustaría discutir?


Pedro se encoge de hombros como un malhumorado adolescente.


—Paula quería verte. Quizás deberías preguntarle a ella.


El rostro del Dr. Flynn muestra su cara de sorpresa una vez más, y me mira con astucia.


Mierda. Esto es mortificante, miro abajo hacia mis dedos.


—¿Estarías más cómoda si Pedro nos deja por un momento?


Mis ojos se dirigen a Pedro y él me está mirando expectante.


—Sí —susurro.


Pedro frunce el ceño y abre la boca pero la cierra otra vez rápidamente y se pone de pie en un suave y grácil movimiento.


—Estaré en la sala de espera —dice, su boca en una línea dura, malhumorada.


Oh no.


—Gracias, Pedro —dice el Dr. Flynn impasible.


Pedro me da una larga mirada buscando algo, luego camina molesto fuera de la habitación, pero no golpea la puerta. Al menos. Inmediatamente me relajo.


—¿Él te intimida?


—Sí, pero no tanto como solía hacerlo. —Me siento desleal pero es la verdad.


—Eso no me sorprende, Paula. ¿Con qué te puedo ayudar?


Miro hacia abajo a los nudillos de mis dedos. ¿Qué puedo preguntar?


—Dr. Flynn yo nunca antes he estado en una relación, y Pedro es… bueno, Pedro. Y la última semana más o menos, una gran cantidad de cosas han pasado. No he tenido la oportunidad de pensar bien las cosas.


—¿Sobre qué necesitas pensar?


Levanto la mirada hacia él, y su cabeza esta ladeada a un lado mientras me mira con compasión, creo.


—Bueno… Pedro me dice que él está feliz de renunciar… er… —Tropiezo y me detengo. Esto es mucho más difícil de lo que había imaginado.


El Dr. Flynn suspira.


—Paula, en el muy limitado tiempo que lo has conocido, has hecho más progreso con mi paciente de lo que yo he hecho en los últimos dos años. Tienes un profundo efecto en él. Debes de ver eso.


—Él también tiene un profundo efecto en mí, solo que no sé si soy suficiente para llenar sus necesidades —susurro.


—¿Es eso lo que necesitas de mí? ¿Seguridad?.


Asiento.


—Las necesidades cambian —dice simplemente—. Pedro se ha encontrado en una situación donde sus métodos para arreglárselas ya no son efectivos. Muy simple, tú lo forzaste a confrontar algunos de sus demonios y a reconsiderar las cosas.


Parpadeo hacia él. Esto es lo mismo que Pedro me ha dicho.


—Sí, sus demonios —murmuro.


—No hay que insistir en ellos… están en el pasado. Pedro sabe cuáles son sus demonios, así como yo… y ahora estoy seguro que tú también. Estoy mucho más preocupado con el futuro y conseguir que Pedro este en el lugar donde él quiere estar.


Frunzo el ceño y el levanta una ceja


—El termino técnico es TCSB… lo siento. —Sonríe—. Eso significa Terapia Centrada en Soluciones Breves. Esencialmente es orientada a objetivos. Nos concentramos en donde Pedro quiere estar y cómo lograr que llegue ahí. Es un método dialéctico. No hay ningún punto en darse golpes de pecho sobre el pasado… todo eso ha sido tratado por cada médico, sicólogo, y siquiatra que Pedro haya visto. Sabemos por qué es de la manera que es, pero es el futuro lo que importa. Dónde Pedro se ve, dónde quiere estar. El que tú te fueras logró que él se diera cuenta y tomara en serio esta terapia. Se dio cuenta que su objetivo es una relación amorosa contigo. Es así de simple, y eso es en lo que hemos estado trabajando hasta ahora. Por supuesto ahí hay algunos obstáculos… por ejemplo su haphephobia.


Oh Jesús… ¿Su qué? jadeo.


—Lo siento. Quiero decir su miedo de ser tocado —dice el Dr. Flynn, sacudiendo su cabeza como si estuviera regañándose—. Lo que estoy seguro estás al tanto.


Me sonrojo y asiento. ¡Oh eso!


—Él tiene un mórbido auto-desprecio. Estoy seguro que eso no es una sorpresa para ti. Y por supuesto también esta su parasomnia… um… lo siento terrores nocturnos, para las personas sin lenguajes técnicos.


Parpadeo, tratando de absorber todas esas palabras largas. 


Sé sobre todas estas cosas. Pero Flynn no ha mencionado mi principal preocupación.


—Pero él es un sádico, seguramente, como tal, tiene sus necesidades las cuales yo no puedo llenar.


El Dr. Flynn en realidad pone los ojos en blanco, y su boca se presiona en una dura línea.


—Eso ya no es reconocido como un término psiquiátrico. No sé cuantas veces tengo que decirle eso a él. Ya ni siquiera es clasificado como una paraphilia, no desde los noventa.


El Dr. Flynn me ha perdido otra vez. Parpadeo hacia él. Y él sonríe gentilmente.


—Esta es una manía mía. —Sacude la cabeza—. Pedro solo piensa lo peor de cualquier situación. Es parte de su auto-desprecio. Por supuesto, existe una cosa como el sadismo sexual, pero no es una enfermedad; es un estilo de vida. Y si es practicada con seguridad, en una relación por adultos sanos y con el consentimiento de ambos, entonces no hay ningún problema. Mi entendimiento es que Pedro ha llevado todas las relaciones de sus BDSM de esta manera. Tú eres la primera amante que no lo ha consentido, así que él está dispuesto a no hacerlo.


¡Amante!


—Pero seguramente no es tan simple.


—¿Por qué no? —El Dr. Flynn se encoge de hombros con buen humor.


—Bueno… por las razones que lo hace.


—Paula, ese es el punto. En términos de terapia centrada en soluciones. Es así de simple. Pedro quiere estar contigo. Ahora, para hacer eso, él necesita renunciar a los aspectos más extremos de ese tipo de relación. Después de todo, lo que tú le estas pidiendo no es irrazonable… ¿Lo es?


Me sonrojo. No, no es irrazonable, ¿lo es?


—No lo creo. Pero estoy preocupada que él sí lo piense


Pedro reconoce eso y ha actuado correctamente. Él no está loco. —Él Dr. Flynn suspira—. En pocas palabras, no es un sádico, Paula. Él es un enojado, asustado, y brillante joven, que recibió unas cartas de mierda cuando nació. Todos podemos darnos golpes de pecho sobre eso, y analizar, el quién, el cómo y el por qué hasta morir… o Pedro puede seguir adelante y decidir cómo quiere vivir.
Él encontró algo que funcionaba por unos años, más o menos. Pero desde que te conoció, no le funcionó más. Y como consecuencia, está cambiando su modus operandi. Tú y yo tenemos que respetar su decisión y apoyarlo.


Lo miro con la boca abierta.


—¿Esa es mi seguridad?


—Tan bien como suena Paula. No hay garantías en esta vida. —Él sonríe—. Y esa es mi opinión profesional.


Sonrío débilmente también. Doctor Bromas… por Dios.


—Pero él piensa en sí mismo como un alcohólico en recuperación.


Pedro siempre pensará lo peor de sí mismo. Como he dicho, es parte de su auto-desprecio. Eso es lo real, no importa qué. Naturalmente está ansioso sobre hacer estos cambios en su vida. Se está exponiendo potencialmente a un completo mundo emocional de dolor, que, incidentemente, ha tenido una probada cuando lo dejaste. Como es de esperar está un poco aprehensivo. —Dr. Flynn hace una pausa—. Mi intención no es estresarte sobre cuán importante es el rol que tienes en su conversión… en su camino al cambio. Pero lo tienes. Pedro no estaría en este lugar si no te hubiera conocido. Personalmente no creo que la analogía del alcohólico es muy buena, pero si funciona para él ahora, entonces creo que deberíamos darle el beneficio de la duda.


Darle a Pedro el beneficio de la duda. Frunzo el ceño al pensamiento.


—Emocionalmente, Pedro es un adolescente Paula. Él saltó esa fase en su vida totalmente. Ha canalizado toda su energía a través de su exitoso mundo de negocios, y tiene todas las expectativas. Su mundo emocional tiene que ponerse al día.


—Así que, ¿cómo lo ayudo?


El Dr. Flynn se ríe.


—Solo sigue haciendo lo que estás haciendo. —Sonríe hacia mí—. Pedro esta de cabeza. Es entretenido de ver.


Me sonrojo, y mi Diosa interior se está abrazando con alegría, pero algo me molesta.


—¿Puedo preguntarte algo más?


—Por supuesto.


Tome un profundo respiro.


—Parte de mí piensa que si él no estuviera así de roto no… me querría.


Las cejas del Dr. Flynn se disparan en sorpresa.


—Eso es algo muy negativo para decir de ti misma Paula. Y francamente dice más sobre ti de lo que dice de Pedro. Allí no se trata de él con su auto-desprecio, pero estoy sorprendido con ello.


—Bueno, mírelo a él… y luego míreme a mí.


El Dr. Flynn frunce el ceño.


—Lo he hecho. Veo a un atractivo joven, y veo a una atractiva mujer. Paula, ¿Por qué no piensas en ti como alguien atractiva?


Oh no… no quiero que esto sea acerca de mí. Me quedo mirando mis dedos. Hay un toque en la puerta que me hace saltar. Pedro regresa a la habitación, mirándonos a los dos. 


Me sonrojo y miro rápidamente a Flynn. Que está sonriendo indulgentemente a Pedro.


—Bienvenido de nuevo, Pedro —dice.


—Creo que el tiempo se ha acabado, Rodolfo.


—Casi, Pedro. Únete a nosotros.


Pedro se sienta, a mi lado esta vez, y pone su mano posesivamente en mi rodilla. Su acción no pasa desapercibida para el Doctor Flynn.


—¿Tienes alguna otra pregunta, Paula? —pregunta el doctor Flynn y su preocupación es obvia. Mierda… No debería haber hecho esa pregunta. Sacudo mi cabeza.


—¿Pedro?


—No hoy,Rodolfo.


Flynn asiente.


—Puede ser beneficioso para los dos volver. Estoy seguro de que Paula tendrá más preguntas.


Pedro asiente, renuente.


Me sonrojo. Mierda… Él quiere hurgar. Pedro agarra mi mano y me mira atentamente.


—¿Bien? —pregunta suavemente.


Le sonrío, asintiendo. Sí, vamos a ir por el beneficio de la duda, cortesía del buen doctor de Inglaterra.


Pedro aprieta mi mano y se da la vuelta hacia Flynn.


—¿Cómo está ella? —pregunta suavemente.


¿Yo?


—Lo conseguirá allá —dice en modo tranquilizador.


—Bien. Mantenme actualizado con su progreso.


—Lo haré.


Santa mierda. Están hablando sobre Lorena.


—¿Deberíamos salir y celebrar tu ascenso? —me pregunta Pedro deliberadamente.


Asiento tímidamente mientras Pedro se pone de pie.


Decimos nuestros rápidos adioses al Doctor Flynn, y Pedro me conduce fuera con indecorosa prisa.





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