lunes, 16 de febrero de 2015

CAPITULO 143





De: Pedro Alfonso

Asunto: Aquí está el asunto...

Fecha: 26 de agosto de 2014, 13:59

Para: Paula Alfonso


Como siempre, Sra. Alfonso, es directa y desafiante en correo electrónico.
Tal vez podamos discutir esto cuando llegue a casa, a NUESTRO apartamento.
Debería cuidar su lenguaje. Todavía estoy jodidamente molesto, también.


Pedro Alfonso


Gerente General, Alfonso Enterprises Holding Inc.




¡Cuidar mi lenguaje! Frunzo el ceño a mi ordenador, dándome cuenta de que esto me está llevando a ninguna parte. No respondo, pero recojo un manuscrito recibido recientemente de un cocher nuevo y prometedor, y comienzo a leer.




*****




Mi encuentro con el detective Clark es sin incidentes. Es menos gruñón que la noche anterior, tal vez porque se las ha arreglado para dormir un poco. O tal vez simplemente prefiere trabajar durante el día.


—Gracias por su declaración, Sra. Alfonso.


—De nada, detective. ¿Está Hernandez aún bajo custodia policial?


—Sí, señora. Fue dado de alta del hospital esta mañana temprano. Con los cargos que tiene, debería estar con nosotros por un tiempo. —Sonríe, sus ojos oscuros arrugándose en las esquinas.


—Bien. Este ha sido un momento de ansiedad para mi esposo y para mí.


—Hablé largamente con el Sr. Alfonso esta mañana. Está muy aliviado.Hombre interesante su esposo.


No tiene idea.


—Sí, lo creo. —Le ofrezco una sonrisa amable, y sabe que está siendo despedido.


—Si piensa en algo, llámeme. Aquí está mi tarjeta. —Lucha por sacar una tarjeta de su billetera y me la da.


—Gracias, detective. Haré eso.


—Buenos días, Sra. Alfonso.


—Buenos días.


Al irse, me pregunto exactamente de qué ha sido acusado Hernandez. Sin duda el por qué Pedro no quiere decirme. 


Frunzo mis labios.




*****


Viajamos en silencio a Escala. Esta vez Salazar está conduciendo. Sé que Pedro y yo vamos a tener una poderosa pelea, y no sé si tengo la energía.


Al ir en el elevador del garaje con Perez junto a mí, trato de reunir mis pensamientos.


¿Qué quiero decir? Creo que dije todo en mi correo. Tal vez me va a dar algunas respuestas. Espero que sí. No puedo evitar mis nervios. Mi corazón late con fuerza, tengo la boca seca, y mis manos están sudorosas.


No quiero pelear. Pero a veces es tan difícil, y tengo que mantenerme firme.


Las puertas del ascensor se abren, revelando el pasillo de entrada, y es una vez más limpio y ordenado. La mesa está en posición vertical y un jarrón nuevo en su lugar con un conjunto espléndido de peonías rosa pálido y blancas. 


Rápidamente veo las pinturas a medida que pasamos, las
Madonas parecen estar intactas. La puerta del pasillo de entrada rota está fijada y en funcionamiento una vez más, y Perez amablemente la abre para mí. Ella ha estado muy callada hoy. Creo que la prefiero de esta manera.


Dejo mi maletín en el pasillo y me dirijo a la gran sala. Me detengo. Santa mierda.


—Buenas noches, Sra. Alfonso —dice Pedro en voz baja. Él está de pie junto al piano, vestido con una camiseta negra ajustada y pantalones vaqueros... esos pantalones, los que él usa en la sala de juegos. Oh mi. Son de mezclilla azul claro deslavados, ajustados, rasgados en la rodilla y calientes. Se acerca a mí, sus pies descalzos, el primer botón de los pantalones está desabrochado, sus ojos ardientes nunca dejan los míos.


—Es bueno tenerte en casa. He estado esperándote.



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