La mañana siguiente, Pedro aprieta mi mano mientras salimos de AIPS. Él se parece mucho al ejecutivo poderoso en su traje oscuro y su corbata a juego, sonrío. No ha estado así de elegante desde el ballet en Mónaco.
—¿Sabes que no tienes que hacer esto? —murmura Pedro. Estoy tentada de rodar mis ojos hacia él.
—Lo sé —susurro, no queriendo que Salazar y Gutierrez me oyeran por casualidad desde el frente del Audi. Él frunce el ceño y sonrío—. Pero quiero hacerlo —sigo—, lo sabes. —Me inclino y lo beso. Su ceño fruncido no desaparece—. ¿Qué está mal? —Él echa un vistazo inciertamente a Gutierrez mientras Salazar sale del coche.
—Te extrañaré teniéndote conmigo.
Me levanto para acariciar su cara. —Yo también. —Lo beso—. Fue una maravillosa luna de miel. Gracias.
—Vaya al trabajo, Sra. Alfonso.
—Usted, también, Sr. Alfonso
Salazar abre la puerta. Aprieto la mano de Pedro una vez más antes de salir a la acera. Mientras me dirijo al edificio, le doy un saludo con la mano, Salazar sostiene abierta la puerta y me sigue dentro.
—Hola, Paula. —Carola sonríe detrás del mostrador de recepción.
—Carola, hola. —Sonrío de vuelta.
—Te ves maravillosa. ¿Buena luna de miel?
—La mejor, gracias. ¿Cómo ha estado todo por aquí?
—El anciano Roach es el mismo, pero han aumentado la seguridad y nuestro cuarto de servidor está siendo revisado. Pero Juliana te dirá.
Seguro lo hará. Le doy a Carola una sonrisa amistosa y me dirijo a mi oficina.
Juliana es mi ayudante. Ella es alta, delgada, y despiadadamente eficiente al punto de que a veces la encuentro un poco intimidante. Pero es agradable, a pesar de que es un par de años mayor. Tiene mi latte esperando, el único café que le dejo conseguir para mí.
—Hola, Juliana —digo cariñosamente.
—Paula, ¿cómo estuvo tu luna de miel?
—Fantástico. Toma, para tí. —Hago caer la pequeña botella de perfume que compré para ella en su escritorio, y aplaude con regocijo.
—¡Ah, gracias! —dice entusiasmadamente—. Tu correspondencia urgente está en tu escritorio, y a Roach le gustaría verte a las diez. Eso es todo lo que tengo que relatar por el momento.
—Bueno. Gracias. Y gracias por el café. —Vago hacia mi oficina, descanso mi maletín en mi escritorio y miro fijamente las cartas amontonadas.
Joder, tengo mucho para hacer.
* * *
—Entra.
Elisa mira en torno a la puerta.
—Hola, Paula. Sólo quise darte la bienvenida de nuevo.
—Hola. Tengo que decirlo, leyendo toda esta correspondencia, deseo estar de nuevo en el Sur de Francia.
Elisa se ríe, pero su risa es apagada, forzada, y ladeo mi cabeza a un lado y miro fijamente hacia ella como Pedro me hace a mí.
—Me alegro que estés de vuelta sana —dice—. Te veré en unos minutos en la reunión con Roach.
—Bien —murmuro, y cierra la puerta detrás de ella. Miro con ceño a la puerta cerrada. ¿Sobre qué fue eso? Lo empujo lejos. Mi correo electrónico suena, es un mensaje de Pedro.
De: Pedro Alfonso
Asunto: Esposas Errantes
Fecha: 22 de agosto de 2014 09:56
Para: Paula Chaves
Esposa
Le envié un correo electrónico más abajo y rebotó.
Y es porque no has cambiado tu nombre.
¿Algo que quieras decirme?
Pedro Alfonso
Gerente General, Alfonso Enterprises Holdings Inc.
Adjunto:
De: Pedro Alfonso
Re Asunto: Burbuja
Fecha: 22 de agosto de 2014 09:32
Para: Paula Alfonso
Sra. Alfonso
Amo cubrir todas las bases contigo.
Ten un gran primer día de regreso.
Extrañando nuestra burbuja ya.
X
Pedro Alfonso
De vuelta en el Mundo Real Gerente General, Alfonso Enterprises Holdings Inc.
Mierda. Golpeé la respuesta inmediatamente.
De: Paula Chaves
Asunto: No reviente la Burbuja
Fecha: 22 de agosto de 2014 09:58
Para: Pedro Alfonso
Marido
Soy toda una metáfora de béisbol contigo, Sr. Alfonso.
Quiero mantener mi nombre aquí.
Te explicaré esta tarde.
Entro a una reunión ahora.
Extraño nuestra burbuja, también...
PS: ¿Pense que tenía que usar mi BlackBerry?
Paula Chaves Coordinador Editorial, AIPS
Esto va a ser una pelea. Puedo sentirlo. Suspirando, recojo mis documentos para la reunión.
La reunión dura dos horas. Todos los coordinadores editoriales están allí, más Roach y Elisa. Hablamos del personal, estrategia, mercadotecnia, seguridad, y fin de año.
Cuando la reunión progresa, me pongo cada vez más incómoda. Hay un cambio sutil de cómo mis colegas me tratan, una distancia y cuidado que no estaba allí antes de que me fuera a mi luna de miel. Y con Courtney, que dirige sección de no ficción, hay hostilidad patente. Tal vez sólo soy paranoica pero esto va de alguna forma hacia la explicación del saludo raro de Elisa esta mañana.
Mi mente va a la deriva devuelta al yate, entonces al cuarto de juegos, entonces al R8 que se apresura lejos del Dodge misterioso en la I-5. Quizás Pedro tiene razón… quizás no puedo seguir haciendo esto. El pensamiento es deprimente, esto es todo lo que alguna vez he querido hacer. ¿Si no puedo hacer esto, qué haré? Mientras vuelvo a mi oficina, trato de rechazar estos pensamientos oscuros.
Cuando me siento en mi escritorio, rápidamente compruebo mis correos electrónicos. Nada de Pedro. Compruebo mi BlackBerry... todavía nada. Bueno. Al menos no hubo ninguna reacción adversa a mi correo electrónico. Quizás hablaremos de esto esta noche de acuerdo a mi solicitud.
Encuentro eso difícil de creer, pero ignorando ese sentimiento inquieto, abro el plan de marketing que me dieron en la reunión
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