sábado, 31 de enero de 2015

CAPITULO 91





Es tarde, y me siento confusa. Lucas y yo estamos fuera del apartamento. Él insiste en llevarme de vuelta a Escala, pero no se quedará. Ha llamado al amigo con el que fue por un trago más temprano y arregló quedarse con él.


—Entonces, aquí es donde vive el Mogul. —Lucas silba entre sus dientes,impresionado.


Asiento.


—¿Seguro que no quieres que entre contigo? —pregunta.


—No, necesito enfrentar esto… o simplemente ir a la cama.


—¿Te veo mañana?


—Sí. Gracias, Lucas. —Lo abrazo.


—Lo resolverás, Chaves —murmura contra mi oreja. Me libera y observa mientras me dirijo al edificio.


—Nos vemos —dice. Le ofrezco una débil sonrisa y me despido con la mano, luego presiono el botón del ascensor.


Las puertas del ascensor se abren, y entro en el apartamento de Pedro . Taylor no está esperando, lo que es inusual. Abriendo las puertas dobles, me dirijo hacia el gran salón. Pedro está al teléfono, caminando por la habitación cerca del piano.


—Está aquí —espeta. Se da la vuelta para mirarme ferozmente mientras cuelga el teléfono—. ¿En dónde mierda has estado? —gruñe, pero no hace ningún movimiento hacia mí.


Mierda, ¿está enojado conmigo? ¿Él es quien acaba de pasar Dios sabe cuánto tiempo con su ex novia chiflada, y está enojado conmigo?


—¿Has estado bebiendo? —pregunta, horrorizado.


—Un poco. —No pensé que fuera obvio.


Jadea y desliza su mano a través de su cabello.


—Te dije que regresaras aquí. —Su voz está amenazadoramente calmada—. Son las diez y quince. He estado preocupado por ti.


—Fui por uno o tres tragos con Lucas mientras atendías a tu ex —siseo—. No sabía cuánto tiempo te tomarías… con ella.


Entrecierra los ojos y da unos cuantos pasos hacia mí pero se detiene.


—¿Por qué lo dices de esa forma?


Me encojo de hombros y miro mis dedos.


—Paula, ¿qué sucede? —Y por primera vez, escucho algo además de rabia en su voz.


¿Qué? ¿Miedo?


Trago, intentando resolver qué decir.


—¿En dónde está Lorena? —pregunto, mirándolo.


—En un hospital psiquiátrico en Fremont —dice, y su cara está escrutando la mía—. Paula, ¿qué pasa? —Se mueve hacia mí hasta que está justo en frente de mí— ¿Qué está mal? —Él susurra.


Sacudo la cabeza.


—No soy buena para ti.


—¿Qué? —susurra, sus ojos ampliándose en alarma—. ¿Por qué crees eso? ¿Cómo puedes creer posible eso?


—No puedo ser todo lo que necesitas.


—Eres todo lo que necesito.


—El verte con ella… —Mi voz se apaga.


—¿Por qué me haces esto? Esto no es acerca de ti, Paula. Es sobre ella. —Toma un áspero aliento, deslizando su mano por su cabello una vez más—. Por el momento, ella es una chica muy enferma.


—Pero lo sentí… lo que ustedes tenían.


—¿Qué? No. —Se estira por mí, y yo retrocedo instintivamente. Deja caer su mano, parpadeando hacia mí. 


Se ve como si estuviera lleno de pánico.


—¿Te vas a ir? —susurra mientras sus ojos se amplían con miedo.


No digo nada mientras intento reunir mis pensamientos.


—No puedes —ruega.


Pedro… yo… —Lucho por organizar mis pensamientos. 


¿Qué estoy tratando de decir? Necesito tiempo, tiempo para procesar esto. Dame tiempo.


—No. ¡No! —dice.


—Yo…


Él mira salvajemente alrededor de la habitación. ¿En busca de inspiración? ¿Intervención divina? No lo sé.


—No te puedes ir. ¡Paula, te amo!


—También te amo, Pedro, es sólo…


—No… ¡no! —dice con desesperación y pone ambas manos sobre su cabeza.


Pedro


—No —susurra, sus ojos amplios por el pánico, y de repente cae sobre sus rodillas frente a mí, la cabeza inclinada, sus manos con dedos largos extendidas sobre sus muslos. Toma una profunda respiración y no se mueve.
¿Qué?


Pedro, ¿qué estás haciendo?


Continua con su mirada abajo, sin mirarme.


—¡Pedro! ¿Qué estás haciendo? —Mi voz es aguda. No se mueve—. ¡Pedro, mírame! —ordeno con pánico.


Su cabeza se levanta sin vacilar, y me observa pasivamente con su fría mirada gris, está casi sereno… expectante.


Mierda… Pedro. El sumiso.





No hay comentarios:

Publicar un comentario