lunes, 26 de enero de 2015
CAPITULO 73
Santa mierda. ¿Realmente acabo de hacer eso? Debe ser el alcohol. He bebido champaña, además de cuatro copas de cuatro vinos diferentes. Doy un vistazo hacia Pedro, quien está ocupado aplaudiendo.
Mierda, va a estar tan enojado y hemos estado llevándolo tan bien. Mi subconsciente finalmente ha decidido hacer una aparición y lleva en su rostro El Grito de Edvard Munch.
Pedro se inclina hacia mí, luciendo una gran sonrisa falsa por todo su rostro.
Besa mi mejilla y luego se mueve más cerca para susurrar en mi oído en una voz muy fría y controlada.
—No sé si rendirme a tus pies o palmearte hasta la mierda.
Oh, yo sé lo que quiero ahora. Miro hacia él, parpadeando a través de mi máscara.
Sólo desearía poder leer lo que hay en sus ojos.
—Tomaré la opción dos, por favor —susurro frenéticamente mientras los aplausos mueren. Sus labios se abren mientras inhala bruscamente. Oh esa boca cincelada… la quiero sobre mí, ahora. Sufro por él. Me da una radiante sonrisa sincera que me deja sin aliento.
—¿Estás adolorida, no? Tendremos que ver qué podemos hacer sobre eso — murmura, mientras corre sus dedos a lo largo de mi mandíbula.
Su toque resuena profundo, profundo dentro donde ese dolor se ha generado y crecido. Quiero saltar sobre él aquí mismo, justo ahora, pero nos sentamos de vuelta para ver la subasta del lote siguiente.
Apenas puedo sentarme quieta. Pedro despliega un brazo alrededor de mis hombros, su pulgar acariciando rítmicamente mi espalda, enviando deliciosos hormigueos por mi columna vertebral. Su mano libre agarra la mía, llevándola a sus labios, luego dejándola descansar en su regazo.
Lenta y subrepticiamente, por lo que no entiendo su juego hasta que es demasiado tarde, sube mi mano por su pierna y contra su erección. Jadeo y mis ojos revolotean en pánico alrededor de la mesa, pero todas las miradas están fijas en el escenario. Gracias al cielo por mi máscara.
Aprovechando al máximo, lentamente lo acaricio, dejando a mis dedos explorar. Pedro mantiene su mano sobre la mía, ocultando mis dedos descarados, mientras su pulgar patina suavemente sobre mi nuca. Su boca se abre mientras jadea suavemente, y es la única reacción que puedo ver por mi toque inexperto.
Pero significa mucho. Él me desea. Todo bajo mi ombligo se contrae. Esto se está convirtiendo en insoportable.
Una semana en el Lago Adriana en Montana es el lote final de la subasta. Por supuesto, el Sr. y la Dra. Alfonso tienen una casa en Montana y la oferta aumenta rápidamente, pero apenas estoy consciente de ello. Lo siento crecer bajo mis dedos y eso me hace sentir tan poderosa.
—¡Vendido, por ciento diez mil dólares! —el MC declara victoriosamente. La sala entera irrumpe en aplausos, y a regañadientes los sigo, al igual que Pedro, arruinando nuestra diversión.
Se gira hacia mí y sus labios se mueven nerviosamente.
—¿Lista? —articula sobre los aplausos entusiastas.
—Sí —articulo de vuelta.
—¡Paula! —llama Malena—. ¡Es tiempo!
¿Qué? No. ¡No otra vez!
—¿Tiempo para qué?
—La primera subasta de bailes. ¡Vamos! —Ella se levanta y extiende sus manos.
Miro a Pedro que está, creo, frunciéndole el ceño a Malena, y no sé si reír o llorar, pero es la risa lo que gana. Sucumbo a una catártica burbuja de risitas de colegiala, mientras somos frustrados una vez más por la alta, rosada fuerza que es Malena Alfonso.
Pedro me mira y después de un latido, hay un fantasma de una sonrisa en sus labios.
—El primer baile será conmigo, ¿está bien? Y no será en la pista de baile — murmura lascivamente en mi oído. Mis risitas se calman mientras la anticipación aviva las llamas de mi necesidad. ¡Oh sí! Mi Diosa interior realiza un triple salto Salchow en sus patines para hielo.
—Espero ansiosamente. —Me inclino hacia él y planto un suave y casto beso en su boca. Mirando alrededor, me doy cuenta de que nuestros compañeros de mesa están sorprendidos. Por supuesto, nunca habían visto a Pedro con una cita antes.
Él me sonríe ampliamente. Y se ve… feliz. Wow.
—Vamos Paula —gruñe Malena. Tomando su mano extendida, la sigo hacia el escenario donde han montado diez jovencitas más, y noto con vaga inquietud que Lily es una de ellas.
—¡Señores, el punto culminante de la noche! —El MC retumba sobre el parloteo de voces—. ¡El momento que todos han estado esperando! ¡Estas doce encantadoras
damas han acordado subastar su primer baile al mejor postor!
Oh no. Me ruborizo de la cabeza a los pies. No me había dado cuenta de lo que esto significaba. ¡Cuán humillante!
—Es por una buena causa —me siseó Malena, sintiendo mi malestar—. Además Pedro ganará. —Ella rueda sus ojos—. No puedo imaginarlo dejando que alguien oferte sobre él. No te ha quitado los ojos de encima en toda la noche.
Sí, concéntrate en la buena causa, y Pedro está obligado a ganar. Seamos realistas, no es de un centavo o dos.
¡Pero eso significa gastar más dinero en ti! gruñe mi subconsciente. Pero no quiero bailar con nadie, no puedo bailar con nadie… y no es gastar dinero en mí, está donando a la caridad. ¿Cómo los veinticuatro mil dólares que ya gastó? Mi subconsciente entrecierra sus ojos.
Mierda. Parece que he llegado muy lejos con mi impulsiva oferta. ¿Por qué estoy discutiendo conmigo misma?
—Ahora caballeros, reúnanse alrededor y tomen un buen vistazo de lo que podría ser suyo para el primer baile, doce atractivas y obedientes jóvenes.
¡Caray! Me siento como si estuviera en un mercado de carnes. Miro, horrorizada, mientras por lo menos veinte hombres hacen su camino hacia el área del escenario,Pedro incluido, moviéndose fácilmente y con gracia entre las mesas y deteniéndose para decir unos pocos saludos en el camino. Una vez que los ofertantes están reunidos. El MC comienza.
—Damas y caballeros, en tradición con la mascarada, vamos a mantener el misterio detrás de las máscaras y atenernos sólo a los nombres de pila. En primer lugar tenemos a la encantadora Jada.
Jada está riéndose como una colegiala también. Quizás yo no estaba tan fuera de lugar. Ella está vestida de la cabeza a los pies con tafetán azul marino y una máscara que hace juego. Dos jóvenes dan un paso hacia adelante, esperando.
Suertuda Jada.
—Jada habla japonés con fluidez, es una piloto de combate calificada y gimnasta olímpica… humm. —Guiña el MC—. Caballeros ¿quién dice yo?
Jada mira boquiabierta, atónita al MC; obviamente él está hablando pura basura.
Ella sonríe tímidamente a los dos contendientes.
—Mil dólares —dice uno.
Muy rápidamente la oferta sube a cinco mil dólares.
—Uno… Dos… ¡Vendido! —declara el MC—. ¡Al caballero de la máscara! —Y por supuesto todos los hombres están usando máscaras por lo que hay carcajadas, aplausos y vítores. Jada sonríe a su comprador y sale rápidamente del escenario.
—¿Ves? ¡Es divertido! —susurra Malena—. Espero que Pedro te gane, aunque… no queremos una pelea —agrega.
—¿Pelea? —Me horrorizo en respuesta.
—Oh sí. Era muy impetuoso cuando era joven. —Se estremece.
¿Pedro peleando? Refinado, sofisticado, ¿le-gusta-la-música-de-la-coral-Tudor Pedro? No puedo verlo. El MC me distrae con su próxima introducción, una joven en rojo, con largo cabello negro.
—Caballeros, déjenme presentarles a la maravillosa Mariah. ¿Qué vamos a hacer con Mariah? Ella es una matadora experimentada, toca el violonchelo en conciertos regulares y es campeona en salto con garrocha. ¿Qué tal eso señores?
¿Quién oferta más, por favor, por un baile con la deliciosa Mariah?
Mariah mira al MC y alguien más grita muy fuerte.
—¡Tres mil dólares! —Es un hombre enmascarado con cabello rubio y barba.
Hay una contraoferta, pero Mariah es vendida por cuatro mil dólares.
Pedro me está viendo como un halcón. Un peleador Trevelyan-Alfonso, ¿quién podría saberlo?
—¿Hace cuánto tiempo? —le pregunto a Malena.
Ella mira hacia mí, confundida.
—¿Hace cuánto tiempo peleó Pedro?
—Adolescencia. Volvió locos a mis padres, venía a la casa con los labios rotos y ojos negros. Fue expulsado de dos escuelas. Infligió algunos daños graves a sus oponentes.
La miré boquiabierta.
—¿No te ha dicho? —Suspira—. Él tiene una reputación bastante mala entre mis amigos. Fue persona non grata por unos pocos años. Pero se detuvo cuando tuvo unos quince o dieciséis años. —Se encogió de hombros.
Santa mierda. Otra pieza del rompecabezas cae en su lugar.
—Entonces, ¿quién da más por la hermosa Jill?
—¡Cuatro mil dólares! —llama una voz profunda desde el lado izquierdo. Jill chilla en deleite.
Dejo de prestar atención a la subasta. Así que Pedro estuvo en ese tipo de problemas en la escuela, peleando. Me pregunto por qué. Miro fijamente hacia él.
Lily está atenta a nosotros.
—Y ahora, permítanme presentarles a la hermosa Paula.
Oh mierda, esa soy yo. Miro nerviosamente a Malena y ella me hace señas hacia el centro del escenario.
Afortunadamente, no me caigo, pero me paro avergonzada como el infierno exhibiéndome a todos. Cuando miro a Pedro él me da una sonrisita de suficiencia. Bastardo.
—La hermosa Paula toca seis instrumentos musicales, habla mandarín con fluidez y tiene mucho interés en el yoga… bueno caballeros… —Antes de que incluso pueda
terminar la oración Pedro lo interrumpe, mirando al MC a través de su máscara.
—Diez mil dólares. —Oigo el jadeo de incredulidad de Lily detrás de mí.
Oh, mierda.
—Quince.
¿Qué? Todos nos giramos hacia un hombre alto, impecablemente vestido parado a la izquierda del escenario.
Parpadeo hacia Cincuenta. Mierda. ¿Qué hará con esto?
Pero él está rascándose la barbilla y dándole al extraño una sonrisa irónica. Es obvio que Pedro lo conoce. El extraño asiente educadamente a Pedro.
—¡Bien señores! Tenemos grandes apostadores en la casa esta noche. —La emoción del MC emana a través de su máscara de arlequín mientras se vuelve y sonríe a Pedro. Se trata de un gran espectáculo, pero es a mis expensas.
Quiero protestar.
—Veinte —replica Pedro tranquilamente.
El parloteo de la multitud ha muerto. Todos mirando hacia mí, Pedro y al Sr. Misterioso por el escenario.
—Veinticinco —dice el extraño.
¿Podría ser esto más embarazoso?
Pedro mira fijamente hacia él, impasible, pero está divertido.
Todos los ojos están sobre Pedro. ¿Qué va a hacer? Mi corazón está en mi boca. Me siento enferma.
—Cien mil dólares —dice, el timbre de su voz alto y claro a través de la carpa.
—¿Qué carajo? —sisea Lily sonoramente detrás de mí y un jadeo general de consternación y diversión ondea a través de la multitud. El extraño levanta sus manos en derrota, riendo y Pedro le sonríe con suficiencia. Desde la esquina de mi ojo, puedo ver a Malena rebotando arriba y abajo con regocijo. Mi subconsciente está mirando a Pedro, absolutamente anonadada.
—¡Cien mil dólares para la encantadora Paula! A la una… a las dos… —El MC mira hacia el extraño que sacude la cabeza con fingido pesar y se inclina caballerosamente.
—¡Vendida! —grita el MC triunfalmente.
En una ensordecedora ronda de aplausos y vítores, Pedro se adelanta para tomar mi mano y ayudarme a bajar del escenario. Él mira hacia mí con una sonrisa divertida mientras hago mi camino hacia abajo, besa el dorso de mi mano y luego la coloca en la curva de su brazo y me lleva a la salida de la carpa.
—¿Quién era? —pregunto.
Él mira abajo, hacia mí.
—Alguien que puedes conocer más tarde. Justo ahora, quiero mostrarte algo.Tenemos unos treinta minutos hasta que finalice la subasta del Primer Baile. Entonces volveremos a la pista para que pueda disfrutar del baile por el que he pagado.
—Un baile muy costoso —murmuro en desaprobación.
—Estoy seguro de que vale cada centavo. —Me sonríe traviesamente. Oh, él tiene una gloriosa sonrisa y las ansias están de vuelta, floreciendo en mi cuerpo.
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