martes, 20 de enero de 2015
CAPITULO 53
A última hora de la tarde, mamá y yo estamos tumbadas junto a la piscina. Mamá se ha relajado tanto después de saber que el señor Millonetis no viene a cenar que está tendida completamente horizontal. Tirada al sol, empeñada en librarme de mi palidez, pienso en anoche y en el desayuno de hoy. Pienso en Pedro y no puedo quitarme la sonrisa tonta de los labios. Vuelve una y otra vez a mi cara, espontánea y desconcertante, cuando recuerdo nuestras varias conversaciones y lo que hicimos… lo que me hizo.
Parece que ha habido un cambio sustancial en la actitud de Pedro. Él lo niega, pero reconoce que está intentando darme más. ¿Qué puede haber cambiado? ¿Qué ha variado entre aquel largo correo que me envió y cuando nos vimos ayer? ¿Qué ha hecho? Me incorporo de pronto y casi tiro el refresco. Cenó con… ella. Con Eleonora.
¡Maldita sea!
Se me eriza el vello al caer en la cuenta. ¿Le diría algo ella? Ah… si hubiera podido ser una mosca pegada en la pared durante su cena… Habría caído en su sopa o en su copa de vino para que se atragantara.
—¿Qué pasa, cielo? —me pregunta mi madre, saliendo de golpe de su sopor.
—Cosas mías, mamá. ¿Qué hora es?
—Serán las seis y media, cariño.
Mmm… no habrá aterrizado aún. ¿Se lo puedo preguntar? ¿Debería preguntárselo? A lo mejor ella no tiene nada que ver. Espero fervientemente que sea así. ¿Qué habré dicho en sueños?
Mierda… algún comentario inoportuno cuando soñaba con él, seguro. Sea lo que sea, o lo que fuera, confío en que ese cambio repentino sea cosa de él y no se deba a ella.
Me estoy achicharrando con este maldito calor. Necesito darme otro chapuzón.
Mientras me preparo para acostarme, enciendo el ordenador. No he tenido noticias de Pedro.
Ni siquiera me ha escrito para decirme si ha llegado bien.
De: Paula Chaves
Fecha: 2 de junio de 2014 22:32 EST
Para: Pedro Alfonso
Asunto: ¿Has llegado bien?
Querido señor:
Por favor, hazme saber si has llegado bien. Empiezo a preocuparme. Pienso en ti.
Tu Paula
A los tres minutos, oigo que me entra un correo.
De: Pedro Alfonso
Fecha: 2 de junio de 2014 19:36
Para: Paula Chaves
Asunto: Lo siento
Querida señorita Chaves:
He llegado bien; por favor, discúlpeme por no haberle dicho nada. No quiero causarle preocupaciones; me reconforta saber que le importo. Yo también pienso en usted y, como
siempre, estoy deseando volver a verla mañana.
Pedro Alfonso
Presidente de Alfonso Enterprises Holdings Inc.
Suspiro. Pedro ha vuelto a su habitual corrección.
De: Paula Chaves
Fecha: 2 de junio de 2014 22:40 EST
Para: Pedro Alfonso
Asunto: El problema
Querido señor Alfonso:
Me parece que es más que evidente que me importas mucho. ¿Cómo puedes dudarlo?
Espero que tengas controlado «el problema».
Tu Paula x
P.D.: ¿Me vas a contar lo que dije en sueños?
De: Pedro Alfonso
Fecha: 2 de junio de 2014 19:45
Para:Paula Chaves
Asunto: Me acojo a la Quinta Enmienda
Querida señorita Chaves:
Me encanta saber que le importo tanto. «El problema» aún no se ha resuelto.
En cuanto a su posdata, la respuesta es no.
Pedro Alfonso
Presidente de Alfonso Enterprises Holdings Inc.
De: Paula Chaves
Fecha: 2 de junio de 2014 22:48 EST
Para: Pedro Alfonso
Asunto: Alego locura transitoria
Espero que fuera divertido, pero que sepas que no me responsabilizo de lo que pueda salir por mi boca mientras estoy inconsciente. De hecho, probablemente me oyeras mal.
A un hombre de tu avanzada edad sin duda le falla un poco el oído.
De: Pedro Alfonso
Fecha: 2 de junio de 2014 19:52
Para: Paula Chaves
Asunto: Me declaro culpable
Querida señorita Chaves:
Perdone, ¿podría hablarme más alto? No la oigo.
Pedro Alfonso
Presidente de Alfonso Enterprises Holdings Inc.
De: Paula Chaves
Fecha: 2 de junio de 2014 22:54 EST
Para: Pedro Alfonso
Asunto: Alego de nuevo locura transitoria
Me estás volviendo loca.
De: Pedro Alfonso
Fecha: 2 de junio de 2014 19:59
Para: Paula Chaves
Asunto: Eso espero…
Querida señorita Chaves:
Eso es precisamente lo que me proponía hacer el viernes por la noche. Lo estoy deseando. ;)
Pedro Alfonso
Presidente de Alfonso Enterprises Holdings Inc.
De: Paula Chaves
Fecha: 2 de junio de 2014 23:02 EST
Para: Pedro Alfonso
Asunto: Grrrrrr
Que sepas que estoy furiosa contigo.
Buenas noches.
Señorita P.Chaves
De: Pedro Alfonso
Fecha: 2 de junio de 2014 20:05
Para: Paula Chaves
Asunto: Gata salvaje
¿Me está sacando las uñas, señorita Chaves?
Yo también tengo gato para defenderme.
Pedro Alfonso
Presidente de Alfonso Enterprises Holdings Inc.
¿Que también tiene gato? Nunca he visto un gato en su casa. No, no le voy a contestar. Cómo me exaspera a veces… De cincuenta mil maneras distintas. Me meto en la cama y me quedo tumbada mirando furiosa al techo mientras mis ojos se adaptan a la oscuridad. Oigo que me entra otro correo. No voy a mirarlo. No, ni hablar. No, no voy a mirarlo. ¡Agh…! Soy tan boba que no puedo resistirme al hechizo de las palabras de Pedro Alfonso.
De: Pedro Alfonso
Fecha: 2 de junio de 2014 20:20
Para: Paula Chaves
Asunto: Lo que dijiste en sueños
Paula:
Preferiría oírte decir en persona lo que te oí decir cuando dormías, por eso no quiero contártelo.
Vete a la cama. Más vale que mañana estés descansada para lo que te tengo preparado.
Pedro Alfonso
Presidente de Alfonso Enterprises Holdings Inc.
Oh, no… ¿Qué dije? Seguro que es tan malo como pienso.
Mi madre me abraza fuerte.
—Haz caso a tu corazón, cariño, y por favor, procura no darle demasiadas vueltas a las cosas.
Relájate y disfruta. Eres muy joven, cielo. Aún te queda mucha vida por delante, vívela. Te mereces lo mejor.
Sus sentidas palabras susurradas al oído me confortan. Me besa el pelo.
—Ay, mamá.
Me cuelgo de su cuello y, de repente, los ojos se me llenan de lágrimas.
—Cariño, ya sabes lo que dicen: hay que besar a muchos sapos para encontrar al príncipe azul.
Le dedico una sonrisa torcida, agridulce.
—Me parece que he besado a un príncipe, mamá. Espero que no se convierta en sapo.
Me regala las más tierna, maternal e incondicionalmente amorosa de sus sonrisas,y mientras nos abrazamos de nuevo me maravillo de lo muchísimo que quiero a esta mujer.
—Paula, están llamando a tu vuelo —me dice Roberto nervioso.
—¿Vendrás a verme, mamá?
—Por supuesto, cariño… pronto. Te quiero.
—Yo también.
Cuando me suelta, tiene los ojos enrojecidos de las lágrimas contenidas. Odio tener que dejarla.
Abrazo a Roberto, doy media vuelta y me encamino a la puerta de embarque; hoy no tengo tiempo para la sala VIP.
Me propongo no mirar atrás, pero lo hago… y veo a Roberto abrazando a mamá, que llora desconsolada con las lágrimas corriéndole por las mejillas. Ya no puedo contener más las
mías. Agacho la cabeza y cruzo la puerta de embarque, sin levantar la vista del blanco y resplandeciente suelo, borroso a través de mis ojos empañados.
Una vez a bordo, rodeada del lujo de primera clase, me acurruco en el asiento e intento recomponerme. Siempre me resulta doloroso separarme de mi madre; es atolondrada, desorganizada, pero de pronto perspicaz, y me quiere. Con un amor incondicional, el que todo niño merece de sus padres. El rumbo que toman mis pensamientos me hace fruncir el ceño, saco la BlackBerry y la miro consternada.
¿Qué sabe Pedro del amor? Parece que no recibió el amor incondicional al que tenía derecho durante su infancia. Se me encoge el corazón y, como un céfiro suave, me vienen a la cabeza las palabras de mi madre: «Sí, Paula. Dios, ¿qué más necesitas? ¿Un rótulo luminoso en su frente?».
Cree que Pedro me quiere, pero, claro, ella es mi madre, ¿cómo no va a pensarlo? Para ella, me merezco lo mejor. Frunzo el ceño. Es verdad, y, en un instante de asombrosa lucidez, lo veo.
Es muy sencillo: yo quiero su amor. Necesito que Pedro Alfonso me quiera. Por eso recelo tanto de nuestra relación, porque, a un nivel profundo y esencial, reconozco en mi interior un deseo incontrolable y profundamente arraigado de ser amada y protegida.
Y, debido a sus cincuenta sombras, me contengo. El sado es una distracción del verdadero problema. El sexo es alucinante, y él es rico, y guapo, pero todo eso no vale nada sin su amor, y lo más desesperante es que no sé si es capaz de amar. Ni siquiera se quiere a sí mismo.
Recuerdo el desprecio que sentía por sí mismo, y que el amor de ella era la única manifestación de afecto que encontraba «aceptable». Castigado —azotado, golpeado, lo que fuera que conllevara su relación—, no se considera digno de amor. ¿Por qué se siente así? ¿Cómo puede sentirse así? Sus palabras resuenan en mi cabeza: «Resulta muy difícil crecer en una familia perfecta cuando tú no eres perfecto».
Cierro los ojos, imagino su dolor, y no alcanzo a comprenderlo. Me estremezco al pensar que quizá he hablado demasiado. ¿Qué le habré confesado a Pedro en sueños? ¿Qué secretos le habré revelado?
Miro fijamente la BlackBerry con la vaga esperanza de que me ofrezca respuestas. Como era de esperar, no se muestra muy comunicativa. Aún no hemos iniciado el despegue, así que decido mandarle un correo a mi Cincuenta Sombras.
De: Paula Chaves
Fecha: 3 de junio de 2014 12:53 EST
Para: Pedro Alfonso
Asunto: Rumbo a casa
Querido señor Alfonso:
Ya estoy de nuevo cómodamente instalada en primera, lo cual te agradezco. Cuento los minutos que me quedan para verte esta noche y quizá torturarte para sonsacarte la verdad sobre mis revelaciones nocturnas.
Tu Paula x
De: Pedro Alfonso
Fecha: 3 de junio de 2014 09:58
Para: Paula Chaves
Asunto: Rumbo a casa
Paula, estoy deseando verte.
Pedro Alfonso
Presidente de Alfonso Enterprises Holdings Inc.
Su respuesta me hace fruncir el ceño. Suena cortante y formal, no está escrita en su habitual estilo conciso pero ingenioso.
De: Paula Chaves
Fecha: 3 de junio de 2014 13:01 EST
Para: Pedro Alfonso
Asunto: Rumbo a casa
Queridísimo señor Alfonso:
Confío en que todo vaya bien con respecto al «problema». El tono de tu correo resulta preocupante.
Paula x
De: Pedro Alfonso
Fecha: 3 de junio de 2014 10:04
Para: Paula Chaves
Asunto: Rumbo a casa
Paula:
El problema podría ir mejor. ¿Has despegado ya? Si lo has hecho, no deberías estar mandándome e-mails. Te estás poniendo en peligro y contraviniendo directamente la norma
relativa a tu seguridad personal. Lo de los castigos iba en serio.
Pedro Alfonso
Presidente de Alfonso Enterprises Holdings Inc.
Mierda. Muy bien. Dios… ¿Qué le pasa? ¿Será «el problema»? Igual Taylor ha desertado, o Pedro ha perdido unos cuantos millones en la Bolsa… a saber.
De: Paula Chaves
Fecha: 3 de junio de 2014 13:06 EST
Para: Pedro Alfonso
Asunto: Reacción desmesurada
Querido señor Cascarrabias:
Las puertas del avión aún están abiertas. Llevamos retraso, pero solo de diez minutos. Mi bienestar y el de los pasajeros que me rodean está asegurado. Puedes guardarte esa mano suelta de momento.
Señorita Chaves
De: Pedro Alfonso
Fecha: 3 de junio de 2014 10:08
Para: Paula Chaves
Asunto: Disculpas; mano suelta guardada
Os echo de menos a ti y a tu lengua viperina, señorita Chaves.
Quiero que lleguéis a casa sanas y salvas.
Pedro Alfonso
Presidente de Alfonso Enterprises Holdings Inc.
De: Paula Chaves
Fecha: 3 de junio de 2014 13:10 EST
Para: Pedro Alfonso
Asunto: Disculpas aceptadas
Están cerrando las puertas. Ya no vas a oír ni un solo pitido más de mí, y menos con tu sordera.
Hasta luego.
Paula x
Apago la BlackBerry, incapaz de librarme de la angustia. A Pedro le pasa algo. Puede que «el problema» se le haya escapado de las manos. Me recuesto en el asiento, mirando el compartimento portaequipajes donde he guardado mis bolsas. Esta mañana, con la ayuda de mi madre, le he comprado a Pedro un pequeño obsequio para agradecerle los viajes en primera y el vuelo sin motor. Sonrío al recordar la experiencia del planeador… una auténtica gozada. Aún no sé si le daré la tontería que le he comprado. Igual le parece infantil; o, si está de un humor raro, igual no. Por una parte estoy deseando volver, pero por otra temo lo que me espera al final del viaje. Mientras repaso mentalmente las distintas posibilidades acerca de cuál puede ser «el problema», caigo en la cuenta de que, una vez más, el único sitio libre es el que está a mi lado.
Meneo la cabeza al pensar que quizá Pedro haya pagado por la plaza contigua para que no hable con nadie. Descarto la idea por absurda: seguro que no puede haber nadie tan controlador, tan celoso. Cuando el avión entra en pista, cierro los ojos.
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